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Pierde teatro mexicano a un pilar del siglo 20

Por El Universal

Publicado el miércoles, 5 de agosto del 2020 a las 08:04


Dirigió obras como La Muerte va a Granada, El Divino Narciso y La Vida es Sueño

Ciudad de México.- El maestro José Luis Ibáñez, escribió el director de teatro Héctor Mendoza, era “la gente que más sabe de teatro”. Y, durante más de un siglo, fue pieza clave del teatro mexicano, de la vida cultural universitaria y uno de los formadores de generaciones de teatreros del siglo 20 y siglo 21.

Ibáñez fue profesor universitario, director de teatro, guionista y director de cine que fue alumno de la primera generación de la carrera de Teatro de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y colaboró con el grupo Poesía en Voz Alta (1956-1960) al que pertenecieron Octavio Paz, Carlos Fuentes, Juan José Arreola, Elena Garro, Juan Soriano, Leonora Carrington y Antonio Alatorre.

Fue profesor de carrera de tiempo completo del Colegio de Literatura Dramática y Teatro. Impartió más de un centenar de cursos y contribuyó en la formación de docentes para los distintos niveles de enseñanza y en diversas regiones del país. Además, recibió reconocimientos de la crítica especializada.

En 2001 fue distinguido con el Premio Universidad Nacional en el área de creación artística y extensión de la cultura. El año pasado cumplió 50 años de docencia en la Facultad de Filosofía y Letras.

Héctor Mendoza escribió un texto sobre Ibáñez en 1994, publicado por Filosofía y Letras, en el que destaca su comprensión de los textos y la personal proposición conceptual que lograba con su escenificación, los cuales, dijo, lo deslumbraron.

“José Luis Ibáñez parecía haber iniciado un proceso de maduración excesivamente temprano y eso daba miedo. Nos esforzamos por ver, pues, en La Gatomaquia, solo un espectáculo encantador en que, José Luis Ibáñez lograba de manera satisfactoria el tipo de brillantez que se esperaba tanto de él, como de todos los de su generación, y que él mismo se había propuesto lograr. Nos asustaba percatarnos de su madurez; no podíamos aceptarla viniendo de un joven tan joven como lo era José Luis Ibáñez en aquella época.

Su maduro talento, su sabiduría teatral, la vierte desde entonces en sus alumnos. Porque José Luis Ibáñez es, sin duda alguna, la gente que más sabe de teatro en México”, escribió.

En el libro electrónico Cambios Paradigmáticos del Teatro Mexicano Siglos 20 y 21, Martha Toriz cuenta que Poesía en Voz Alta había provocado ya desacuerdos entre la comunidad, cuando llegó a la Dirección Ibáñez, las cosas cambiaron, pese que era conocido como el joven asistente de Mendoza.

“Ibáñez dirigió un espectáculo que, a decir de Miguel Sabido, era uno de los “más feroces y profundos en la historia del teatro mexicano”: Asesinato en la Catedral, de T.S. Eliot, en los jardines de San Ángel Inn. Entonces se empezó a ver a Ibáñez con otros ojos. Y luego el siguiente programa: Las Criadas, de Jean Genet con Ofelia Guilmáin y Rita Macedo. Y empezaron a decirle a Ibáñez “maestro”, cuenta Toriz.

En una entrevista para El Universal, el maestro contó sobre sus primeros años: “Era un paraíso, no exagero. Entré en Filosofía y Letras, y mi vida, que no tenía rumbo propio, lo tuvo. Descubrí otro mundo y, para mi sorpresa, a los seis meses ya estaba experimentando con la escena. El maestro Enrique Ruelas nos envió a unos muy primitivos estudiantes de teatro a las preparatorias para impartir una materia obligatoria: Actividades Estéticas. Esa experiencia me dejó una marca y despertó mi vocación de profesor, que no conocía”, dijo.

Ibáñez también incursionó en los foros de televisión y de cine, pero consideraba que no servía para hacer ni uno ni otro. “Si aún estoy en el teatro es porque soy el campeón de la terquedad, como me definió un día Tomás Segovia”, dijo.

Ibáñez debutó en 1955 en Poesía en Voz Alta, y entre sus montajes resaltan Las Mariposas son Libres, El Divino Narciso, y La Vida es Sueño.

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